En un mundo en el que la falta de
valores y de la habilidad de los jóvenes para enfrentar de manera responsable
la dinámica del día a día; es una realidad que preocupa de manera
significativa, pues las consecuencias ya empiezan a vivirse: irresponsabilidad
vial, deslealtad laboral, alcoholismo, drogadicción, delincuencia juvenil y
organizada, así como el incremento constante de mujeres solas que son cabeza de
familia. Vale pues algunas reflexiones acerca de lo que ser “Buen Padre”
significa con motivo del llamado “Día del Padre”:
Comencemos con el concepto de Inteligencia emocional: Stephen Covey menciona en su libro el Octavo Hábito al respecto: “La inteligencia emocional (IE) es el conocimiento de uno mismo, la autoconciencia, la sensibilidad social, la empatía y la capacidad de comunicarnos satisfactoriamente con los demás. Es un sentido de oportunidad y de adecuación social, de tener el coraje de reconocer debilidades y de expresar y respetar diferencias”. Como es de observar, en este pequeño párrafo, se centran muchas de las omisiones de los Padres actuales:
·
Falta de conocimiento de uno mismo, la
autoconciencia. La introspección y conocimiento personal se encuentra en
desuso. Los jóvenes se sienten motivados por lo externo, lo material. El sexo y
sus consecuencias se delimitan al disfrute temporal. El hoy sin pensar en el
mañana. Cuando la gestación se presenta, resulta una sorpresa a pesar de la
enorme accesibilidad a la información y métodos anticonceptivos.
·
La sensibilidad social y la empatía, no es una
práctica cotidiana. Cada quien vela por lo suyo y sus intereses. Los ejemplos
de éxito que se resaltan en los medios, son los de aquellos que, sin importar
el daño a los demás, sobresalieron y lograron lo que querían. No es de extrañar
que un joven admire a un delincuente. No es de extrañar que cuando el embarazo
se presenta, sea problema de uno (la mujer) y el otro pueda alejarse y
olvidarse del asunto.
·
La comunicación se ha despersonalizado. Las
redes sociales son una comunicación impersonal. Se establecen vínculos con
desconocidos y se alejan de las personas que los rodean. La relación Padre-Hijo
resulta ajena a la realidad… a menos que se acepten mutuamente en su red
social.
·
Reconocer Debilidades se considera un signo de
debilidad. Cada día es más común que una persona renuncie a su trabajo antes
que enfrentar “la pena” de reconocer una falla. Así mismo cada día es más común
culpar a la mujer por no haber asegurado que no habría gestación. El condón es
considerado por los varones como debilidad “Los
hombres de verdad lo hacen sin condón”.
·
Expresar y Reconocer las diferencias. La
aceptación se ha debilitado, la intolerancia se intensifica. Ahora las mujeres
y los hombres son iguales, hasta que ella resulta embarazada, entonces las diferencias
saltan a la vista.
Siguiendo con Covey, respecto a
su propuesta de hábitos para ser una persona altamente efectiva menciona: “Los tres primeros hábitos pueden
sintetizarse en una expresión sencilla
de cuatro palabras: Hacer y mantener
promesas. La capacidad de hacer una promesa es proactividad (primer
hábito). El contenido de la promesa es el segundo hábito y mantener las
promesas es el tercer hábito”. Nuevamente nos topamos con más omisiones de
los Padres de la actualidad:
·
Hacer y Mantener promesas, definitivamente ha dejado
de ser un valor de la sociedad y de los hombres. Esto se refleja en el
incremento de mujeres solas al frente de una familia. Los Padres se
desentienden de la responsabilidad, tanto de la promesa de amor a la pareja,
como de la de velar por las necesidades de los hijos.
·
Hacer y Mantener promesas, es el enlace que lleva
a una pareja a mantenerse unida en la adversidad, por ellos y por sus hijos. El
número de divorcios, matrimonios condicionados y uniones de “mientras estemos
contentos”, reflejan que ese enlace cada día es más débil.
·
Hacer y mantener promesas, es una poderosa
fuente de educación. Es lamentable que la sociedad guste de escuchar promesas;
pero que el cumplimiento de las mismas sea fácilmente ignorado. Los hijos de
Padres que hacen, pero NO cumplen promesas, comprenden desde temprana edad que
la vida está llena de engaños y, naturalmente, ellos prometerán mucho y
cumplirán poco.
Ser buen Padre, requiere de reconocer que un hijo es parte de uno mismo, que la vida propia ha procreado una nueva vida, que existe un vínculo indestructible entre ese ser y uno mismo. Ser buen Padre es tarea de todos los días y que, independientemente de creencias, culturas y condiciones sociales, la única forma de ser buen Padre es amar a los hijos como hubiéramos querido ser amados por nuestros Padres.
Para terminar, algunas reflexiones de un par de profesionales en la Paternidad responsable:
·
Según la sicóloga Isabel Cristina Bettín, el
padre responsable es aquel que piensa que su hijo puede tomar decisiones o al
menos las discute con él; el que estimula su independencia y autonomía; el que
cree en el respeto mutuo y en la entrega a los demás; el que fija normas
realistas y coherentes, y el que educa partiendo del amor y la tolerancia. También
lo es aquel que deja atrás comportamientos que suelen ser inherentes al rol masculino
en la sociedad y que pueden interferir en la paternidad como, por ejemplo,
delegar en las mujeres la responsabilidad de la crianza, invalidar sentimientos
(decirle a un niño que los ‘machos’ no lloran), justificar la brusquedad como
un comportamiento propio de los hombres y ser poco afectuoso. Estas son diez
conductas apropiadas para llevarse el título de ‘padre ejemplar’: Piensa en
hacer feliz a su hijo.
·
Para Claudia Jiménez Chacón, sicóloga de la
Asociación afecto contra el maltrato infantil, un hombre que busca la felicidad
de su pequeño es cuidadoso para que este sea estable emocionalmente. Demuestra
afecto y respeto. Abraza, besa y pronuncia palabras dulces. No teme decir ‘te
quiero’. Enseña a su hijo a identificar, expresar y aceptar sus sentimientos.
Según Jiménez, reconocer y aceptar las emociones le permite al ser humano
convivir con tranquilidad y tener relaciones sociales más armoniosas. “El
hombre es un ser que tiene la capacidad de expresar sentimientos tiernos y
positivos, con aceptación y orgullo, rompiendo el estigma de que la
masculinidad implica brusquedad y ocultar sentimientos”, afirma la experta. Reconoce
la importancia de su presencia en la vida de sus hijos. Un padre es una figura
clave dentro del hogar, pues enseña y aporta cosas diferentes a las de una
mujer (por ejemplo, acuna al bebé de arriba hacia abajo), es práctico, no tan
verbal, más concreto y aporta soluciones a problemas. Muestra el mundo a su
hijo y enseña ‘logros motores’.
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