Desde hace ya algunos años se ha establecido que la inteligencia emocional (IE) tiene un mayor impacto en el éxito de las relaciones y satisfacción personal de una persona. Sin embargo, el esquema de educación en las escuelas, en especial las de enseñanza básica (primaria y secundaria), sigue teniendo como base el intelecto o el nivel de coeficiente intelectual (CI) de un alumno.
En los próximos años se deberá reforzar la importancia del desarrollo de habilidades emocionales para que la sociedad tenga una perspectiva de futuro positiva. En esta ocasión te comparto un artículo de la Universidad de Málaga en España, en el que se refuerza esta necesidad.
“…la escuela tendrá en el siglo XXI la responsabilidad de educar las emociones de nuestros hijos tanto o más que la propia familia… En el contexto escolar, los educadores son los principales líderes emocionales de sus alumnos. La capacidad del profesor para captar, comprender y regular las emociones de sus alumnos es el mejor índice del equilibrio emocional de su clase.
En este momento de fuerte debate sobre los cambios educativos, sería una buena ocasión para reflexionar sobre la inclusión de las habilidades emocionales de forma explícita en el sistema escolar. Porque el profesor ideal para este nuevo siglo tendrá que ser capaz de enseñar la aritmética del corazón y la gramática de las relaciones sociales. Si la escuela y la administración asumen este reto, dotando de la formación pertinente a los educadores, hará que la convivencia en este milenio sea más fácil para todos y que nuestro corazón no sufra más de lo necesario”.
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