Cuando las decisiones se basan en suposiciones, teorías, recomendaciones sin fundamento o, peor aún, sentimientos y emociones, los riesgos de afectar de manera profunda a una organización son muy grandes.
Cuando una organización enfrenta una reestructura o un importante cambio en la forma de trabajar, ya sea por la implementación de nuevos sistemas de trabajo o por la necesidad de adaptarse a un mercado más global y competitivo; un aspecto fundamental es pensar antes de actuar y, evitar a toda costa tomar decisiones con el corazón o, peor aún, con el estómago.
En muchas ocasiones se pierde de vista que las organizaciones son “sistemas cerrados” y que un cambio en una parte de ella, afecta de una manera u otra al todo. Los mensajes que se dan mediante las acciones del grupo gerencial, la familia o el dueño mismo, generan reacciones que impactarán los resultados de la organización entera.
Mantener a una persona que a todas luces le falta compromiso, es incompetente o llega al grado de la negligencia; genera un mensaje a la organización de que ese tipo de comportamientos es válido, y por consecuencia surgen “contagios” que, de no atenderse adecuadamente, pueden convertirse en epidemia y afectar significativamente la calidad, el servicio, la productividad y hasta la rentabilidad.
A mis Clientes les recomiendo que los familiares, amigos cercanos, compadres o los “chiqueados”, deben ser las personas que son VERDADEROS ejemplos de la vivencia de valores y que sus comportamientos son los que la organización requiere para crecer. Si lo anterior se cumple, el camino a la excelencia tendrá menos obstáculos.
En ocasiones las personas que son ejemplos de cumplimiento, compromiso y que además son PRUEBA de LEALTAD, no necesariamente cuentan con los estudios o certificaciones que un ojo externo podría recomendar para tal o cual posición. ¡CUIDADO! Por ningún motivo hay que olvidar que “la lealtad no se contrata”.
En mi experiencia he conocido muchos empresarios que tienen a su alrededor gente leal que no necesariamente es la más capacitada para la posición que ocupan; pero he aprendido que ese es uno de los secretos de su éxito y crecimiento.
Contar con gente leal es un activo FUNDAMENTAL en una organización, a esas personas hay que desarrollarlas, educarlas, posicionarlas y hasta reforzarlas con otras que tengan las habilidades y conocimientos que la organización requiere. No es fácil evitar que se sientan amenazados; pero la comunicación, el compartir la visión y sobre todo, el reconocer su valor y contribución, harán que la resistencia sea menor y acepte las nuevas condiciones que la organización requiere.
Es por ello que en los dos casos anteriores, mantener el equilibrio emocional, antes de tomar una decisión, es fundamental. Colocar o retener a una persona incompetente y sin compromiso, es tan dañino como despedir a una persona leal que no cumple el “perfil del puesto”. Las organizaciones son organismos “vivos”, la vida se la dan las personas que las forman. Si las decisiones son tomadas con inteligencia, estrategia y sobre todo, con equilibrio emocional; entonces será una organización que estará predestinada al éxito… su gente se encargará de ello.
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