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martes, 28 de febrero de 2012

La paradoja de la perfección: el síndrome del perfeccionismo

La búsqueda de la perfección, de la excelencia, es uno de los aspectos que generan transformaciones, cambios y que "hacen la diferencia" en el entorno de la rutina y lo común.
Cierto, pero ¿qué pasa cuando esa búsqueda de la perfección, termina en su opuesto?
El perfeccionismo es un sindrome que ya tiene en su haber un sin número de libros, tratados y terapias; por las implicaciones conductuales, la afectación de las relaciones y de la productividad, tanto de la persona que lo padece, como de aquellos que la rodean; es por ello que vale la pena considerar en este espacio el tema.

Para hacerlo, les comparto una serie de libros que reflejan que el tema merece nuestra atención.


Nos esforzamos día a día para alcanzar un imposible. Queremos parecer más jóvenes, ganar más dinero, vivir una vida plena y destacar en los deportes. Sin embargo, según Tal Ben Shahar, prestigioso profesor de la universidad de Harvard, la búsqueda de la perfección es el principal motivo de nuestra infelicidad. Cómo dice él, “o aprendemos a fallar o fallamos al aprender”.
Pero, ¿debemos dejar de marcarnos metas más altas?, ¿abandonamos nuestros retos?, ¿es bueno el conformismo?. Lo que el autor propone es aprender a diferenciar entre el perfeccionismo neurótico y el perfeccionismo positivo u optimalista, como él lo llama. Para alcanzar la felicidad debemos disfrutar del éxito, apreciarlo, agradecerlo y aceptar el mundo tal como es.

Todos aspiramos a cumplir nuestros objetivos, a triunfar, a superar los retos. Para muchos, esa exigencia se traduce en una voz interior que susurra «cada vez mejor». Se trata de nuestro perfeccionismo, un rasgo de carácter que, en el mejor de los casos, nos aporta motivación, éxito, logros y felicidad. Sin embargo, cuando carece de límites puede desembocar en ansiedad, adicciones o compulsiones. ¿Eres víctima de un perfeccionismo tóxico? ¿Qué hacer cuando éste, lejos de reforzar tu autoestima, te desvaloriza y te aleja de tus auténticas prioridades? Para el psiquiatra y psicoterapeuta Frédéric Fanget el secreto está en aceptar los puntos débiles, carencias y contradicciones, en encontrar el equilibrio óptimo entre exigencia personal y tolerancia. Cuando hacerlo bien no basta ofrece las claves para conservar lo mejor del perfeccionismo sin padecer sus graves consecuencias, a las que, en mayor o menor medida, todos estamos expuestos.
En nuestra sociedad, obsesionada por la juventud, la felicidad o los signos externos de riqueza, nadie está a salvo de una fuerte exigencia personal. El perfeccionismo nos impulsa a superarnos, a cumplir nuestros sueños, a volar alto. Constituye asimismo la herramienta de la belleza y la emoción.
Artistas, bailarines o cantantes dedican horas y horas de ensayo a un solo instante de perfecta ejecución. Sin embargo, los rasgos de la personalidad perfeccionista, que tanto han contribuido al éxito, a la realización personal, a la creación, pueden transformarse en trampas, origen de bloqueos e insatisfacciones. Entonces dejan de ser cualidades favorables para convertirse en auténticos obstáculos.
Cuando hacerlo bien no basta te invita a un viaje apasionante de autoconocimiento. Siguiendo la lógica de una psicoterapia, no sólo te ofrece las herramientas para superar el perfeccionismo tóxico sino que te empuja más allá, hasta el origen del síntoma, mediante una pregunta reveladora: ¿por qué buscas la perfección? O, dicho de otro modo: ¿qué norma rige tu vida? Así, localiza tres pautas fundamentales, cada una de las cuales indica una problemática distinta:
    «Debo ser perfecto para sentir que valgo» señalaría cierta tendencia al narcisismo.
    «Debo ser perfecto para no ser rechazado» apuntaría a un síntoma de angustia de abandono.
    «Debo ser perfecto para tenerlo todo controlado» revelaría un trastorno de ansiedad.
El perfeccionismo, dice el psiquiatra y terapeuta Frédéric Fanget, puede ser una fuerza creativa de enorme poder. Pero para ello debemos hacer conscientes los impulsos que lo gobiernan. Sólo entonces encontraremos el equilibrio entre cierta tolerancia hacia nosotros mismos y unos objetivos personales realistas, que redunden en verdadera autoestima.

Los trastornos de personalidad muestran una prevalencia en torno al 5% de la población. El síndrome del perfeccionista, alcanza entre el 7 y el 12% de esta población, siendo mayor la prevalencia en las mujeres. La personalidad anancástica se sitúa dentro del espectro obsesivo y se define como un patrón de personalidad con unos rasgos marcados de inflexibilidad, rigidez, anticipación, afán por acabar las cosas, reiteración, inseguridad, prevalencia del pensamiento del deber, un subjetivismo muy marcado al enjuiciar los hechos, y una hiperexigencia propia y hacia los demás.
Como conducta nociva, el Perfeccionismo incide en procesos psicosomáticos (Ansiedad, Depresión, Fibromialgia). El perfeccionista sufre y hace sufrir. Existe un Perfeccionismo positivo frente al insano y negativo. En distinguirlos nos jugamos una buena cuota de felicidad.

 

El perfeccionismo es un problema que enfrentan más familias de lo que usted imagina; pero hay manera de resolverlo y liberar a su familia del perfeccionismo. Escrito con gran claridad, de manera directa y muy motivante, este libro es su guía.
Lo primero que aprenderá de él es que el perfeccionismo no es hacer algo lo mejor que uno puede. Tampoco es hacer un inmenso esfuerzo por lograr la excelencia o lograr ideales elevados. Y tampoco es la clave para el éxito. En realidad, el perfeccionismo puede ser el obstáculo que anula su habilidad para lograr que le vaya bien. Es una carga que nos cuesta muy caro: en ella se nos van la autoestima, la creatividad, la capacidad de desempeño, los talentos, la energía, las relaciones, la salud y la capacidad de disfrutar de la vida profundamente.
La perfección no existe, lo único que podemos llegar es al progreso. Por lo tanto, la perfección es una meta imposible. El diccionario médico Merriam-Webster’s lo resume bastante bien: “La inclinación a considerar inaceptable cualquier cosa que no sea perfecta, especialmente fijarse metas de una exigencia poco realista acompañado de la inclinación a considerar que no lograrlas es inaceptable y que es señal de falta de valía personal”.


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