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miércoles, 13 de febrero de 2013

Amor en el trabajo e Inteligencia sexual


Para algunos, los ‘romances de trabajo’ son generalmente conflictivos. Otros sostienen que pueden tener su lado bueno al hacer que los enamorados sean más productivos. Hay quienes opinan que son una consecuencia inevitable del contacto humano asiduo y otros que se deben al aburrimiento.
En lo que la mayoría de los expertos están de acuerdo es que son muy frecuentes.

“Distintos estudios demuestran que “cuestiones como el amor, el romance y la sexualidad se plantean a casi todo el mundo tarde o temprano en el trabajo”, señalan los doctores Sheree Conrad y Michael Milburn, profesores de Psicología de la Universidad de Massachusetts (EE.UU), que creen que las parejas implicadas en un romance en el trabajo son, en realidad más productivas.
Los psicólogos Conrad y Milburn, han cobrado notoriedad por su libro ‘Inteligencia Sexual’ -un concepto de la sexualidad basado en el autoconocimiento- uno de cuyos apartados aborda la seducción en los lugares de trabajo.
Según Conrad y Milburn, a diferencia de los amores que dejan incómodos e insatisfechos a la pareja, un ‘romance de oficina feliz “puede aumentar la satisfacción laboral y prolongar la permanencia en el empleo”.
Aunque para que este tipo de relaciones funcione y sea beneficiosa, psicólogos recomiendan discreción para evitar complicaciones, evitar mantener tratos preferenciales o aceptar de ella concesiones especiales, que los altibajos en la relación afecten la productividad laboral y comentar las desavenencias con terceros.
“No es un pecado enamorarse de un compañero de trabajo, después de pasar ocho horas laborando junto a él”. Lo que no está bien es interferir en la productividad y la calidad laboral”, explica la doctora Josefina Murillo Vargas, psicóloga y especialista en relaciones de pareja del Hospital Metropolitano ‘Vivian Pellas’, de Managua (Nicaragua).
Para Murillo Vargas “no conviene tener amoríos con alguien que trabaja a la par de uno día a día, pero en el caso que esto suceda tampoco es conveniente dar rienda suelta a los sentimientos, si no reinan la discreción, la confianza y el respeto, de lo contrario la situación podría irse de la manos”.
Según esta experta, miembro de la Asociación de Psicólogos Americanos (APA) de Estados Unidos, se sabe que una relación está interfiriendo en el trabajo, “cuando no se respetan los límites y espacios, y éstos empiezan a desdibujarse en el plano laboral, al punto que la productividad disminuye notoriamente. El trabajo debe mantenerse al 100 por ciento”.
Según la psicóloga del Hospital ‘Vivian Pellas’ hay estadísticas que demuestran que los ‘moteles’ están llenos durante las horas de mayor concentración laboral en las oficinas, lo cual indicaría que “los romances en el trabajo de una u otra manera interrumpen el horario laboral si no se toman medidas de límites y espacio”.

INTELIGENCIA SEXUAL

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La sexualidad siempre nos ha parecido algo más bien ligado a los instintos que a la inteligencia, sin embargo durante el año 2002, la pareja de psicólogos Sheree Conrad y Michael Milburn, profesores e investigadores de la Universidad de Massachussets-EUA, introdujeron un revolucionario concepto, el cual desarrollaron en su libro Inteligencia Sexual. Para estos autores, la dimensión erótica de cada persona está determinada por su coeficiente de inteligencia sexual (CIS) que constituye una parcela de nuestra capacidad intelectual, tan importante como la inteligencia emocional, descrita recientemente por el psicólogo Daniel Goleman y los otros nueve tipos de inteligencia —lingüística, musical, naturalista, existencial, por mencionar algunas— propuestos por Howard Gardner.
“Las personas menos inteligentes sexualmente sufren mucho dolor y confusión en su vida sexual”, afirman Conrad y Milburn. Pero no lo tienen todo perdido, ya que la sabiduría sexual es una facultad que se puede medir, cuantificar y sobre todo potenciar. Ser sexualmente inteligentes —y tener una vida sexual mejor— no depende de la suerte, de la belleza o del sex appeal innato, sino de habilidades que las personas pueden adquirir, desarrollar y dominar con el tiempo.
Por consiguiente, la inteligencia sexual es algo a lo que todo el mundo puede aspirar razonablemente y trabajar para conseguir.
Gran parte de nuestra existencia está orientada directa o indirectamente al sexo, pero paradójicamente, no todo el mundo consigue una estabilidad emocional en su vida sexual. Muchísimas personas inteligentes conviven con pasiones que conducen al desastre o con una vida sexual frustrante e insatisfactoria o inexistente. Se estudiaron las apetencias sexuales de 500 personas, desde adolescentes hasta jubilados, mediante un Test, que permite concretar el coeficiente sexual y de paso desvelar hasta qué punto una persona está contenta con su vida sexual. Aproximadamente el 75% de los estadounidenses confiesa que el sexo es importante o esencial para su vida, pero al mismo tiempo, la mitad dice que constituye la causa de su estrés y otros están preocupados, porque no tienen relaciones eróticas con más frecuencia.
Un elevado número de participantes manifestó sufrir algún tipo de insatisfacción erótica: el 42% mostró una falta de deseo libidinoso, el 57% declaró no poder tener un orgasmo y casi un tercio confesó que a veces no encuentra placentero el sexo. En contra de lo que cabría esperar, las disfunciones sexuales no solo aparecen en personas mayores y parejas que llevan 20 años o más de convivencia. La juventud también es presa de la insatisfacción: para la mitad de las mujeres de entre 18 y 29 años, el coito resulta físicamente doloroso; el 33% de los hombres de la misma edad confesó tener problemas para lograr y mantener la erección; y algo más de la mitad era eyaculador precoz.
La Inteligencia Sexual reposa en tres pilares fundamentales. El primer componente del talento amoroso consiste en adquirir los conocimientos precisos para adentrarse en la relación de pareja. Quienes son sexualmente inteligentes poseen información científica precisa acerca de la sexualidad humana, por la que se guían en sus decisiones y en su conducta sexual. Sólo a través de una adecuada educación sexual, es posible detectar y combatir algunos mitos y tabúes eróticos que están arraigados en la sociedad y que interiorizamos a través de la cultura popular, la religión y la familia.
Una vez liberados de las mentiras del sexo, el segundo paso hacia una vida sexual mejor se encuentra en descubrir nuestro propio sexo, averiguar qué nos atrae y excita, qué preferimos y cuáles facetas de nuestra conducta erótica nos plantean dificultades. Este pilar de la inteligencia sexual se denomina Conciencia del Yo Sexual Secreto, el cual alberga los verdaderos pensamientos, sentimientos y emociones que hacen que la vida amorosa sea más gratificante. Los auténticos deseos sexuales, quedan encubiertos con demasiada frecuencia por diversos motivos. El Yo sexual secreto puede verse condicionado de forma negativa por experiencias desagradables que ocurrieron en el pasado, por necesidades emocionales insatisfechas, o simplemente por mitos o imágenes falsas de la sexualidad humana que se difunden a través de los medios de comunicación. Las personas sexualmente inteligentes son capaces de advertir, por ejemplo, cuando sus deseos eróticos están sustituyendo a carencias emocionales que no son sexuales, como la falta de autoestima, de seguridad, de poder o saben cuándo tienen relaciones sexuales simplemente porque se sienten solas.
El tercer y último pilar de la inteligencia erótica tiene que ver con la conexión con los demás. El sexo es cosa de dos, mantener una vida sexual enriquecedora implica a otras personas. Para adquirir una buena habilidad y dominio de la sexualidad, tanto en lo que se refiere a la relación de pareja como consigo mismo, hay que abrirse a los demás. Una persona no alcanza un alto grado de inteligencia sexual hasta que domina ciertas habilidades sociales o interpersonales, que incluyen, entre otras cosas, la capacidad de hablar con la pareja sobre la vida sexual y de comprender el Yo erótico del amante. La inteligencia sexual implica aprender a ser sinceros con nosotros mismos y con nuestra pareja, sobre quiénes somos sexualmente.
En México, los investigadores del Instituto Mexicano de Sexología (Imesex), definen inteligencia sexual como la capacidad que posee o desarrolla una persona de ejercer su vida sexual en función de su nivel de conocimientos sobre el tema; del reconocimiento y expresión de sus propios límites, deseos, sentimientos y necesidades; y del respeto a la expresión sexual ajena.
El Imesex entrevistó a 3 mil 200 personas de entre 16 y 80 años, 58.6% mujeres y 41.4% hombres, de toda la República Mexicana para saber la información con la que cuentan los mexicanos respecto al ámbito sexual.
De los entrevistados 27% tienen preparatoria, 50% licenciatura, 15% posgrado, y 4% secundaria.
“Si tienes una inteligencia sexual alta existen mayores posibilidades de evitar enfermedades de transmisión sexual o el mismo cáncer; ser sometido a actividades que te violenten y tener embarazos no planeados”, dice Paulina Millán, experta del Imesex.
Los investigadores definieron a la inteligencia sexual como la capacidad que posee una persona de ejercer su vida sexual en función de su nivel de conocimientos; de la expresión de sus límites, deseos, sentimientos y necesidades; y del respeto a la expresión sexual ajena.
El puntaje máximo es de 143 y sólo 2% de la población rebasó los 134, quienes son los que más alto CIS tienen. Además 50% de la población se ubicó en 114 puntos y otro 2% tuvo menos de 72 puntos.
“A diferencia de otros tipos de habilidades, la inteligencia sexual se puede incrementar en la medida en la que una persona tenga más información y se conozca mejor en ese tema”, subraya.
Además de medir conocimientos básicos en sexualidad, esta escala mide el nivel de culpa, vergüenza, autoconocimiento, pudor, de respeto, responsabilidad, intolerancia, autoadvertencia y la necesidad de complacer de una persona.
Se encontró que la inteligencia sexual de los mexicanos depende, en gran medida, de su grado de religiosidad y de su escolaridad. Quienes acuden a los servicios religiosos diariamente son quienes menor coeficiente de inteligencia sexual tienen.
Mientras quienes tienen mayor grado escolar tienen la posibilidad de aumentar su CIS. No obstante, se encontró que adquirir conocimientos no tiene que ver con la carrera que se estudie.
Diferencias de género
En general, las mujeres muestran niveles más altos de vergüenza y pudor, más necesidad de complacer (aun a costa del propio placer) y más habilidad para darse cuenta cuando son atractivas a otros.
De acuerdo con el estudio, los hombres muestran mayor intolerancia cuando no pueden tener relaciones sexuales o cuando su pareja no las desea.
Los investigadores señalan que los conocimientos de conceptos básicos sobre sexualidad son necesarios para garantizar la salud sexual.
“Si tienes una inteligencia sexual alta existen mayores posibilidades de evitar enfermedades de transmisión sexual o el mismo cáncer; ser sometido a actividades que te violenten y tener embarazos no planeados”. Paulina Millán, especialista.
Les dejo el video institucional del IMESEX

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